martes, 29 de noviembre de 2011

Retahíla de mentiras

Me he acostumbrado a tenerle miedo al silencio, a encontrarle defectos al tiempo para llegar tarde.
Muy refinado, voy tragando a dos carrillos sin probar a que sabe la vida, y así soy tan gordo y rechoncho que me cuelgan las lorzas por los costados, que no estoy resabiado ni vengo de vuela de nada. Si te fijas bien, todavía se me ve un trozo de la cáscara del huevo como al calimero.
Que mi piel es de lija, mi pelo son ramas de esparto y mi ojos una piedra pequeña en el fondo de un charco. Será por haberme criado entre bichos como un brutamente.
Me comí el acero desde chico para no hacerme viejo, y ya me ves, se contar en latín del uno hasta cien al revés para que venga el diablo, a cortarme las uñas de los pies cuando me aprieta el zapato.
¡Vamos¡ y te piensas ¿Qué quiero camelarte?¿gastando toda la munición que tengo?, pues la verdad es que no me importa si tú no me quieras, que yo tampoco creo en el amor, porque sabio es el refrán, que mancha mora con un martillazo en la polla se quita. Y se me pasa sin querer el tiempo que tardo en verte de nuevo. Mientras a tus ojos de charca, le canto con un coro de ratas mis cantes gitanos, que sufro con tu olor y me asfixio mecido en tus brazos, por eso siempre pienso en perderme cuando estoy a tu lado, a embuchar el corazón con mis propias tripas de cerdo, después colgarlo en la caña de mi bodega de los olvidos, esperando a que seque y se curé, para comérmelo otra primavera que caiga en noviembre.

3 comentarios:

El Litos dijo...

Que bonito, se me ha salido una lagrimilla.

/ \

Darío dijo...

Astillas en la garganta, me quedaron.

Rosa dijo...

Me encantó, me recordaste a Oliverio Girondo.

Yo quiero leerte más y que desaparezca la navidad.