HENDRIX EXPERIENCE

Era un secreto a voces, Belén es otra Tía muy Chunga!!!


Estaba metido en un callejón oscuro, con olor a meados de otros muchos que habían pasado por ahí antes, y apostábamos que muy pocos conocerían el bar en cuestión, porque los restos de suciedad, cucarachas y vómitos tapaban parte de la entrada y las luces que iluminaban su nombre se iban fundiendo sábado a sábado, a mi me gustaba contar las bombillas cuando entraba borracha al bar, riéndome yo sola de la luz cegadora que llegaba a mis ojos, cuando el alcohol se hacía dueño de mis actos, la luz no me gustaba nada.

Y entrabas al bar y te costaba distinguir los muebles de la barra del resto de los clientes, un denso humo blanco de olor característico empañaban el aire y ocupaba tu mente, y entraba sabiendo que era un sitio malo, pero el alcohol hacía que fuera valiente, y me dirigía al baño para hacer más hueco a más bebida y cuando me refrescaba la cara me miraba al espejo sucio y medio roto y veía los trozos de la cara de una chica con granos, rimel corrido y ojos rojos, pero me hacía estar tan cerca de los mayores que ensayaba la mejor cara de hijaputa autosuficiente que le importaba un huevo lo que los demás pudieran pensar de mi, por eso cuando salía procuraba hacer el mayor ruido con mis camperas mientras encendía un cigarro y pedía el último vodka de la noche.

No se cuantos años tendría el dueño del bar, ni siquiera si el era consciente que éramos unos críos, mayores de edad, si, pero críos, y mientras me servía el moskovskaya me iba haciendo un porro de maría y cannabis mientras movía la cabeza en aprobación de los temas que salían de su jukebox, sobre todo cuando sonaban el que le daba nombre al bar… y nosotros imitábamos torpemente los movimientos de dedos en un imaginario mástil zurdo.

Tomaba a sorbos la última copa mientras fumaba mi porro y mis oídos se deshacían con el sonido de la Experience.

Y, francamente, me daba igual se hiciera de día o no…