ANÓNIMO

El lado chungo-femenino de un peazo Anónimo. Regalazo:

Es como un niño, ¿puedo grabarlo?.

Yo le he ido dando carrete.

¿Quieres que lo cuelgue en internet a ver que escriben?

Sin que se nos vea la cara claro.

Dejándole hacer.

Ponte así, ahora tócate.

Curiosa.

Mira este nos manda una foto de su polla.

Excitada.

¿Le contestamos algo?

Hasta ver donde quería llegar.

Y por lo visto, es aquí donde quería llegar.

Llaman a la puerta, ya han llegado.

Me asquea él, me da asco su excitación infantil.

Ya está empalmado antes de empezar. Se correrá con un parpadeo, rápido y avergonzado. Como todos estos años de matrimonio, derramándose en mi vientre antes de llegar a entrar, enfrentándome al espejo del baño mientras limpio su repugnante semen seco de mi cuerpo. Masturbándome sola, terminando lo que él empieza. Preguntándome.

¿Que hago yo con este despojo humano?. Diez años juntos y no me conoce apenas. Ignora la bicha que late dentro de mi, paga y calla pelele.

Quizás hoy, después de tantos años, ha llegado el momento de que la veas despertar.

Me asquea la situación, este punto al que hemos llegado.

Hasta aquí, me ha traído el solito, yo solo le he dejado ir haciendo.

He ido dejando fluir su parte mas oscura, mas vil.

Me aliso el vestido negro. ¿Preparada? te quiero mi amor, me dice.

Abre la puerta y entran cuatro hombres, tranquilos y rudos. Se presentan, yo no les miro la cara, huelen bien, a recién duchados, no escucho ni sus nombres, no me importan, me siento carne, siento miedo y repugnancia, no quiero estar ahí, pero no puedo huir, la bicha no me deja, me siento sucia y excitada,

Música, copas, me siento en el sillón, mi sillón, espero que no se ensucie mucho. Mi marido enchufa la cámara, veo su excitación y me entran ganas de vomitar.

Le miro a los ojos desafiante ¿es ésto lo que quieres?¿es ésto lo que te excita? y paso mis manos sobre el pantalón del bigotes de mi derecha.

Creo que mi marido ya se ha corrido. Pongo mi otra mano sobre el grandote de mi izquierda. Este gana de momento. Desabrochó su cinturón. Los otros miran.

Me siento deseada, me siento una guarra. Asoma su prepucio y ese parece el pistoletazo de salida.

Siento manos rudas que me acarician, que me buscan. Que me desnudan. Que me encuentran. Húmeda.

Me acarician, me recorren, me atenazan como si fueran ganaderos escudriñando la calidad de una vaca.

Su pene en mi boca, sus manos en mis pechos, sus dedos dentro de mi, separando mis piernas, agarrando mis tobillos, dos pollas, tres, otra en mis manos .

Necesito que alguien me la meta.

Ronroneo, respiro por la nariz. Siento como cien manos recorren todo mi cuerpo, entran y salen de mi. Ahora mi marido ha dejado de darme asco, lo veo dar vueltas alrededor del sillón con la camarita y ahora me parece simplemente gilipollas.

El olor se va espesando, las pollas impregnan la habitación de aroma a vinagre a orín y a sudor. Estoy de rodillas en la alfombra, metedme una polla por favor, suplico. Mis deseos se cumplen, mi boca sabe a fluidos a sudor y a semen.

Se van turnado, pasan todos, por dentro de mi, reprimo lo mas posible mis orgasmos, nunca te había visto así, me dice el muy gilipollas, aún no he empezado a correrme, llevo diez años domando a la bicha y este olor la está despertando. Ya no puedo controlarme, me siento un animal, mi vagina sufre convulsiones, se derrama viscosa, se sale.

Tú, detrás.

Fuerte, quiero más, quiero sentir dolor, quiero más y más fuerte. Ahora tengo uno en cada agujero, todos dentro, martilleando contra mi columna vertebral, licuándome. Ahora huele a sudor y a mierda. Mi cuerpo sucio, dolorido, follado por animales salvajes. Más fuerte. Más.

La bicha ya está suelta y no puedo hacer nada por detenerla.

Ven aquí maridito. Le saco su mierda de polla flácida y pegajosa.

Me la meto en la boca.

No dura ni dos minutos y se corre como un colegial.

Me trago el semen, la bicha esta hambrienta y ahora quiere emborracharse de semen. Agarro la polla del mas grande y obligo a mi marido a chupársela, es su primera vez y veo su cara de pánico pero también veo sus ojos excitados, sé que se siente sucio y sé que quiere que se la metan por el culo, pero se va a quedar con las ganas porque ninguno de los tíos quiere otro culo que no sea el mío. Ahí viene otro.

Ahora está avergonzado. Se ha acabado la cinta, me dice el anormal. Pues quédate aquí a ver al Fernando Alonso que yo me voy un ratito más a la cama con estos señores.

Un par de horas después me quedo a solas tumbada en la cama, ya se han ido.

Las sabanas empapadas en sudor frio, cubierta de costras de saliva y semen, con las piernas llenas de mierda y de orín, con el sabor de cuatro hombres y de un gilipollas aún en mi garganta, dolorida, exhausta sucia y por fín satisfecha.

En la habitación de al lado, mi marido se masturba viendo el video.

Mira, hay mas mensajes! me grita.

Responde gilipollas, pienso.